ROSQUILLETA en Barcelona

miércoles, febrero 21, 2007

serpiente

Como hoy no tengo mucho tiempo, contaré un cuento.
He escogido este cuento por varias razones:
Una, por que pasada esta época de cascarrabias, deseaba contar a la gente por que no se puede ir haciendo daño a la gente (aunque muchas personas, piensan que es la mejor manera de ir por el mundo…).
La otra, bueno, la otra es una duda que tengo, pero os la pregunto al acabar el cuento.

La serpiente.

Hace muchos años, en un pueblecito perdido en las montañas, había un camino que conducía a una fuente. El agua de la fuente era clara y limpia, y los aldeanos del lugar, irían a la fuente, si no fuera por que en mitad del camino vivía una serpiente. Está serpiente atacaba a toda persona que apareciese por allí, y por ello la gente le tenía mucho miedo.
Un buen día apareció por allí un hombre de paz. Desconociendo la ubicación de esta serpiente, y guiado por sus instintos, eligió este camino. Efectivamente, en cuando la serpiente oyó ruido, salió de su escondite y apunto estuvo de morder al anciano, si no fuera por que este envió todo su amor hacia la serpiente.
Entonces el hombre de paz, le preguntó a al serpiente:

- ¿como es que has intentado atacarme?
- Lo siento, pero tengo miedo de que la gente me ataque a mí.
- Olvídate de eso y vive en paz. Si no nunca encontrarás el amor.

Y así lo hizo. Prometió al anciano, no volver a morder nunca a nadie.
Al cabo de un tiempo, casualmente el anciano volvió a pasar por el mismo camino. Y efectivamente se alegro de encontrar a su amiga la serpiente. De lo que no se alegró fue de su estado, pues estaba toda magullada y llena de golpes.

- ¿pero que te ha pasado? – le preguntó el anciano.
- Pues que todo el pueblo sabe que ya no muerdo, y me dedico a la búsqueda de la felicidad y resulta que ahora todo el mundo quiere pegarme…

El anciano sonrió…

- joven serpiente, recuerda que yo te dije que no mordieras a la gente, no que no les pudieras enseñar los dientes.

Bueno, espero que os haya gustado.
Mi duda, es donde está el límite. Es decir, hay un refrán que dice que “a los lobos con palos”, pues bien, ¿cuando enseñas los dientes y cuando has de morder?
Un saludo grande.