He mirado al pobre chaval de detrás que había conseguido por fin un 6, y que tantas veces suspendía por mil razones y le contestado que no. Que se quedaba con su 2,5 y que estudiara más para el próximo examen.
(El empollón) Ha seguido protestando, diciendo que no era justo, que quería una recuperación, y que si no iba a odiar las mates. Se lo pensaba decir a su madre.
Ok, la espero; le contesté.
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Me recordó a esta escena de la película una historia del Bronx:
Simplemente, no más fuerte el que mejores notas saca, si no el que puede levantarse una y otra vez después de cada suspenso sin tirar la toalla. Eso si tiene mérito.
Y el niñato este que despierte un poco...
Un cálido abrazo, hoy a los que se levantan.