Dentro de un avión. Dos hermanos pequeños. Un niño y una niña, sin parar de gritar y llorando a lágrima viva. El padre desesperado, ya no sabe que hacer para que sus hijos dejen de montar el número:
- ¡Son incontrolables!- Le dice a la azafata con cara de resignación
- ¿Me permite?- Le contesta ella con aire decidido.
Se acerca a los dos energúmenos y les dice con la máxima cortesía:
- Disculpen caballeros, probablemente ustedes no sean de aquí, pero dejenme decirles que no esta permitido llorar ni gritar. Si no, tendrán que abandonar el avión. ¿Estamos?
Y se marchó. Los pasajeros que la escuchamos no podíamos parar de sonreír...
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